
A nivel internacional se han
hecho muchos esfuerzos por garantizar la libertad y el goce de una vida plena
para todos los niños y niñas, la declaración de los derechos del niño en 1959 aprobada
por los estados miembros de la Organización de Naciones Unidas dio paso para
que los gobiernos de todo el mundo garantizaran esa libertad inherente e
importante para el ser más inocente y vulnerable de la sociedad, pero también
dándole la responsabilidad a todos los ciudadano para asegurar que estos
derechos se cumplan a total cabalidad teniendo en cuenta que los derechos son
normas que se deben cumplir para garantizar el bienestar psicológico, emocional
y jurídico ya que para el futuro de una sociedad la formación infantil es lo
más importante para el desarrollo nacional e internacional tal como dice la Asamblea
General de las Naciones Unidad (1959) “El niño es reconocido universalmente como un ser
humano que debe ser capaz de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente
con libertad y dignidad”(pág. 16). Teniendo en cuenta lo anterior me es pertinente
preguntar ¿se cumple esto en nuestro país? Para dar respuesta a esta simple
pregunta revisare datos de las organizaciones defensoras de derechos humanos,
estadísticas del INE (Instituto Nacional de Estadística) y ONGS siguiendo el
orden de los 10 derechos fundamentales de los niños para de esa manera
desentrañar la realidad que viven nuestros infantes.
El primero de los 10 derechos
fundamentales se refiere a la vida, es decir, todos los niños tienen derecho a
poder vivir, a crecer en condiciones óptimas y a no ser asesinados ni agredidos
física y mentalmente pero la situación en el país es alarmante, según el
informe de (CIDH, 2019)
Honduras tiene una tasa
de mortalidad infantil antes de cumplir los 5 años de 39 por cada 1000 nacidos
vivos. Las coberturas en servicios básicos en Honduras reflejan esta situación.
Más de 500.000 niños y niñas en Honduras no cuentan con acceso a agua potable,
y cerca de 1,1 millones de niños y niñas no tienen acceso a saneamiento básico,
lo cual afecta de manera desproporcionada a quienes viven en áreas rurales
(p.118).
Estos
índices se agravan muchos más cuando hablamos de zonas rurales y específicamente
de comunidades indígenas o afrodescendientes donde la cobertura de servicios
básicos es prácticamente nula, zonas que a través de la historia han sido
olvidadas y dejadas a su suerte como si se tratara de seres inferiores que no
requieren ni la más mínima atención, los niños de zonas vulnerables en el país sobreviven día a día, sin disfrutar de su derecho pleno a vivir dignamente,
en cuanto a abuso infantil según (Ayuda en Acción, 2018)
En 2017, se registraron
más de dos mil denuncias por abuso sexual, de las cuales más del 50% son
de abusos sexuales contra niñas y niños. Se estima además que un número
aún mayor han quedado impunes porque la familia no ha interpuesto la denuncia,
considerando que en la mayoría de los casos las y los abusadores son
familiares muy cercanos (p. 10).
Respecto
a lo anterior, es algo preocupante que este tipo de situación queden en la
impunidad, la marca que queda en la vida de los niños es difícil de borrar y la
cultura machista y despreocupada en la que vivimos hace que veamos tales
situaciones como algo “normal” y desde mi punto de vista el sistema político
también tiene mucho que ver, pues hacen de la vista gorda y más que eso, la
aprobación del polémico y penoso código penal que establece la rebaja de penas
para los violadores y además las
penas para el incesto, estupro, violación, pornografía infantil, disminuyen
para favorecer a los agresores y dejar en indefensión a las víctimas, con esto
se deja notar la suciedad del sistema político que en vez de proteger a los
niños y castigar con más dureza a los agresores lo que hacen es consentirlos y darles
luz verde para seguir cometiendo delitos.
En cuanto al derecho a la
alimentación en la que todos los niños deben tener una buena alimentación y no
deberían pasan hambre o sufrir de inanición, según el informe de (FAO, OPS,WFP y UNICEF, 2018) “En Honduras, la desnutrición crónica afecta al 42 % de los niños y
niñas en familias de menores ingresos y solo al 8 % de los que viven en
contextos de mayores ingresos” (p. 70). Lo que deja constar la terrible
desigualdad que existe en el país, los datos sobre desnutrición, pobreza,
exclusión y desempleo se confabulan para agravar más la situación, si bien a
diferencia de otros años se han reducido las cifras de desnutrición, el
problema aún persiste y debe ser erradicado pues no solo afecta la salud física
de los niños, sino también la intelectual, un niño con hambre no rinde en la
escuela, no se concentra y esto conlleva a la deserción escolar y al trabajo
infantil, ya que la alimentación influye en gran medida a la educación y ya que
llegamos a este punto me es pertinente tocar este tema, si bien se han logrado
alcances importantes en el sistema de evaluación y del desempeño docente así
como en la cobertura, graduación y logros de aprendizaje aun el rendimiento
académico o la calidad de la educación siguen siendo muy bajo, (CIDH, 2019)
señala que “la cobertura
escolar se estima en 58,2% a nivel nacional, y unos 1,2 millones de niños,
niñas y adolescentes entre 3 y 17 años no estudia” (p. 118). Estas cifras
dejan ver la terrible desigualdad que existe en el país, el futuro de ese
millón y medio de niños sigue siendo la pobreza, el mundo delictivo y el
desempleo.
Muchas de las causan del
ausentismo y la deserción escolar se debe, en gran medida, a la falta de
recursos económicos, el embarazo adolecente y la violencia en el ámbito
educativo, violencia ocasionada por la presencia de maras en los centros
educativos que hacen que más niños y niñas dejen la escuela por razones de
seguridad, por explotación o por reclutamiento de estos grupos delictivos.
En cuanto al derecho al
agua potable se estima que en el país un 12.2% de las viviendas no cuentan con
acceso al vital líquido. En el área urbana se estima que el 93% tiene acceso y
en el área rural es del 83% respecto a esto (GWP Centroamérica, 2017) afirma que:
La cobertura de agua
potable es alta pero la calidad de los servicios no es adecuada e incide en la
seguridad sanitaria de los ciudadanos. El 90% del abastecimiento de agua
potable es intermitente, sólo el 44% dispone de cloración efectiva y no se
dispone de sistemas de monitoreo y control de la calidad del agua. Esto
ocasiona que las enfermedades de origen hídrico ocupen el primer lugar de morbilidad
y el segundo en mortalidad infantil (p. 63).
El saneamiento del agua
potable es sumamente importante para la salud de todos en especial de los niños
que son las principales víctimas de este descuido estatal, refiriéndome a la
mala gestión por parte del gobierno por garantizar la cobertura del agua
potable en todos los rincones del país y especialmente en las zonas rurales o
zonas donde la captación hídrica es limitada como lo es en la zona sur de
Honduras que ha sido golpeada con el fenómeno del niño que no solo ha empeorado
la situación del agua potable sino también el agua para la irrigación de
cultivos y la crianza de ganado lo cual ocasiona inseguridad alimentaria y por
ende desnutrición infantil, pobreza, migración y desigualdad.
La situación de la salud
infantil y juvenil en el país es alarmante en cuanto a riesgo de mortalidad
materna ocasionado por abortos ilegales, la clandestinidad del aborto es un
tema visible pero que constantemente tratan de ocultar, el derecho al aborto si
bien es un tema muy delicado en el país debido a la cultura conservadora y
religiosa y además es totalmente prohibido según el artículo 126 del actual
Código Penal que lo define como “la muerte de un ser humano en cualquier
momento del embarazo o durante el parto” lo cierto es que más jóvenes buscan
esta vía por razones económicas, por presión de algún familiar o sentimental y
se arriesgan a vivir o morir. Respecto al embarazo y matrimonio infantil (CIDH, 2019)
estima que:
un 39% de mujeres de 20 a
24 años se unieron o casaron antes de los 18 años. Se trata del segundo país
con mayor embarazo adolescente en América Latina, considerando que 1 de cada 4
mujeres adultas en el país ha estado embarazada antes de los 18 años. Para la
CIDH, es extremadamente preocupante que el 50% de estos embarazos sean producto
de violaciones, según datos disponibles. El promedio nacional de embarazo
adolescente de entre 15 y 19 años se encontraría alrededor del 24%. Las cifras
también muestran que ha habido un aumento de 2,5 puntos porcentuales en los
últimos 5 años de adolescentes de 15 a 19 años que ha estado embarazada alguna
vez (p. 121).
Es
aquí cuando nos damos cuenta la vulnerabilidad de la niñez y que sus derechos
son violentados de una manera descomunal, hace falta un plan integral que
garantice una vida plena y que llegue a los lugares más apartados, donde las
cifras son mayores como en los pueblos indígenas y afrodescendientes para generar
condiciones a nivel comunitario para proteger a la infancia.
A
mi parecer la puerta de entrada para que el niño goce del resto de sus derechos
es su identidad, su derecho a tener un nombre y un apellido le da la
oportunidad para ser admitido en un centro de salud y a tener educación, según (Ayuda en Acción, 2018)
En julio de 2018, el
Registro Nacional de las Personas -el ente encargado de garantizar dicho
derecho fundamental- reportó que el 35.5% de la población hondureña no
está registrada, de este porcentaje, el 17.8% eran menores. Niños y niñas que
son excluidos de los servicios de salud, educación o merienda escolar por no
contar con el documento oficial de nacimiento, incidencia que se registra con
mayor magnitud en las poblaciones indígenas (p. 3).
Una de las zonas con
mayores índices es la Mosquitia donde 4 de cada 10 niños no se encuentran
registrados lo que implica que no tengan derecho a la salud, educación y
merienda escolar solo por el simple hecho de no contar con documentos oficiales
para poder recibir estos servicios, es algo que indigna porque al ser niños es
fundamental garantizarles todos sus derechos sin restricciones, necesitan
educación, salud y alimentación, no es necesario hacer constar con un documento
para darse cuenta de la necesidad por la que pasa, la mosquitia es una zona
prácticamente olvidada, dejadas a su suerte y sufriendo de grabes violaciones
de derechos humanos, desde el narcotráfico, exponerse a perder la vida por
bucear sin contar con equipos, excluirlos de educación y salud y mucho más.
Se
debe cumplir el derecho a la protección, todos los niños deben vivir en un
entorno seguro, sin armas ni amenazas, pero lo cierto es que es un país
sumergido en la violencia y la inestabilidad política, hacer cumplir este
derecho se vuelve una utopía, y no es que algún día eso no se logre, sino que
actualmente las pandillas, la corrupción y el crimen organizado han convertido
una sociedad violenta y disgustada, en todos los estratos sociales,
especialmente en los pobres donde la violencia es propensa a nacer es decir, la mayor violencia que sufre un niño
o niña es en el seno familiar ya sea de manera verbal o física y no se trata de
justificar la acción de los padres, pero que se puede esperar cuando no hay
trabajo, cuando no hay dinero para asegurar tres tiempos de comida, cuando el
sisma de salud colapsa y el sistema de educación se vuelve deficiente y lo que
pasa es que genera un estrés emocional en las personas volviéndolas violentas y
claro esto por un lado pero también tiene mucho que ver la cultura machista de
superioridad y ahora preguntémonos ¿Qué pasa cuando cruzas a un niño que se
crio en este ambiente con una sociedad que lo abandona y lo trata como a una
basura? Bueno, obtienes más violencia y una presa fácil para pandillas.
Siendo un país con altas cifras de pobreza
y pobreza extrema garantizar el derecho a la recreación se vuelve un problema
pues desde muy temprano los niños se ven obligados a trabajar para poder tener
un tiempo de comida, muchas veces la pobreza y muchas veces la cultura de
normalización de trabajo infantil. En cuanto a esto (Casa Alianza, 2011) señala que:
las razones por las
cuales existe una demanda de trabajo infantil en Honduras como factor
productivo, se debe a que en más de la mitad de las situaciones el empleador es
la propia familia. Esto es consistente con la percepción señalada anteriormente
sobre la normalización del trabajo infantil como recurso valioso en la economía
familiar y por razones de tradición, afectando especialmente a la forma más
oculta de trabajo infantil y que afecta sobre todo a las niñas: las labores
domésticas en el propio hogar en tal grado que les impide seguir sus estudios
(p. 8).
No es difícil darse
cuenta de esto, basta con salir a la calle y ver a niños trabando en los
semáforos, ir al campo y observar pequeños cortando café, arrancando frijoles o
tapiscando maíz, en los casos más triste buceando en Gracias a Dios sin
protección, siendo parte de explotación sexual-comercial principalmente en
Tegucigalpa y San Pedro Sula como consecuencia de la pobreza, presiones de
grupos de explotares, el turismo sexual, la tolerancia y complicidad de la
sociedad y la expulsión del hogar o de la escuela, son tantos los factores
asociados y son tantas las cosas por mencionar, distintos ámbitos y distintos
problemas que deja mucho que pensar sobre el sistema político y económico que
impera en el país, un sistema deshumano que se preocupa más por el dinero, las ganancias
y el enriquecimiento desigual, desigualdades que han ocasionado una crisis de
migración infantil en los últimos años y que se sigue agravando aún más, según
la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras (2020), 100 mil hondureños
han sido deportados de enero al 22 de noviembre del 2019, de esos más de 21 mil
son niños. Esto deja constar la falta de compromiso por parte del estado por
proteger y garantizar los derechos de los menores de edad, son miles de niños
que contantemente salen del país exponiéndose a la trata, el secuestro, la
explotación y el tráfico de órganos, se necita un sistema que se preocupe por
los derechos en todos los sentidos, un sistema integral sin exclusión de raza o
estatus social, un sistema humanista.
Desde
hace mucho que los niños más vulnerables en el país han quedado a su suerte,
han sido olvidados por todos, la sociedad se ha vuelto indiferente y apática,
tristemente la crisis del Coronavirus ha hecho visible lo que parecía estar
cubierto, muchos niños han quedado excluidos del sistema educativo por no
contar con acceso a internet o por no contar con un celular o computadora, ha
mostrado lo que desde hace muchos años viene pasado, una profunda y marcada
desigualdad social, un gobierno incapaz que le ha dado poca importancia y que
contantemente ha sido señalado por muchas
denuncias de violaciones de derechos humanos. Honduras es el peor lugar para
ser niño es por eso que miles y miles parten hacia Estados Unidos buscando una
mejor vida. Entre las dudas que actualmente nos quedan están ¿Qué estarán
pasando los niños con esta crisis sanitaria? Y ¿Que pasara de los niños
postpandemia?
Bibliografía
Ayuda en Acción. (25 de
septiembre de 2018). Infancia en Honduras: la utopía de los derechos de
los niños. Obtenido de Ayuda en Acción:
https://ayudaenaccion.org/ong/blog/ayuda-humanitaria/infancia-honduras/
Ayuda en Acción. (29 de
septiembre de 2018). Infancia en Honduras: la utopía de los derechos de
los niños. Obtenido de Ayuda en Acción:
https://ayudaenaccion.org/ong/blog/ayuda-humanitaria/infancia-honduras/
Casa Alianza. (2011). El
Trabajo Infantil en Honduras, Diagnóstico situacional de algunas de las
peores formas de. Honduras.
CIDH. (17 de agosto de
2019). Situación de derechos humanos en Honduras. Obtenido de OEA -
Organización de los Estados Americanos:
https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/Honduras2019%20%281%29.pdf
FAO, OPS,WFP y UNICEF.
(2018). La desigualdad agrava el hambre, la desnutrición y la obesidad en
América Latina y el Caribe | FAO. Santiago.
GWP Centroamérica.
(2017). La situación de los recursos hídricos en Centroamérica: hacia una
gestión integrada.